[Sindical] Primero de Mayo/ Contra el Estado y las guerras del capital, lucha anarcosindical.

MANIFIESTO PRIMERO DE MAYO, DÍA DE LA CLASE OBRERA.
CONTRA EL ESTADO Y LAS GUERRAS DEL CAPITAL, ANARCOSINDICALISMO

Hoy la clase trabajadora se encuentra rodeada de un continuo “ruido mediático” agitado desde la simple opinión, que nos induce a pensar que vivimos en un mundo extraordinariamente complejo lleno de trasversalidades sociales, políticas y culturales difíciles de armonizar, separándonos en innumerables grupos en tensión; territoriales, étnicos, géneros, religiosos, sexuales, culturales… Ante esta visión general creada de arriba a bajo por el poder capitalista y sus Estados, desde el anarcosindicalismo queremos ayudar a clarificar la cuestión atendiendo a la raíz, a la sencillez de las cosas, para que ese “ruido” no siga siendo una treta del poder para mantener en la confusión y el inmovilismo a la clase trabajadora.

El mundo capitalista es simple, se divide entre quienes tienen que trabajar para vivir y quienes viven del trabajo de los demás, ante este hecho central que sitúa el privilegio como la forma de ordenamiento social, el Estado -que hunde sus bases también en alguna forma de privilegio, ya sea monárquico o republicano y a la vez, electoral o dictatorial-, asume el nuevo orden capitalista y lo regula según su fundamento. En el caso de los Estados electorales regidos por la representación partidista, la regulación suele ser negociada entre partes, pero sin cuestionar la formulación del privilegio, así encontramos que; según las necesidades o crisis del capital, la clase obrera, la mayoritaria, estará en menor o mayor medida explotada, pero siempre oprimida y bajo la premisa general de mantener su estatus en la base de la pirámide.

Las democracias parlamentarias modernas, a través de los sistemas educativos y el espejismo meritocrático resultante se han presentado como una forma paliativa de la desigualdad de oportunidades que supone el capitalismo, funcionando ligeramente en épocas de expansión capitalista; pero en las últimas décadas, se hace palpable que el progresismo social anda moribundo, los hijxs de la clase trabajadora vivirán peor que la generación de sus padres. La inestabilidad laboral, la pérdida directa o indirecta de salario, el acceso a una vivienda, el encarecimiento de la vida, el abuso, la explotación y la precariedad ante el miedo a perder empleos, el recorte de pensiones, la limitación de acceso a sanidad, educación o servicios asistenciales, se han convertido en una constante en la vida de la clase trabajadora actual, y todo para mantener intacto o aumentar el orden del privilegio capitalista.

El irrefrenable aumento de la desigualdad que cada vez sentimos más en el occidente económico, y del que nunca se han podido desprender los territorios en eterno desarrollo, ya que al igual que el capitalismo necesita explotar trabajadorxs para mantener el privilegio, los Estados capitalistas necesitan explotar a otros países para que las estructuras estatales se mantengan. Las consecuencias de esta involución prevista, que forman parte de la esencia capitalista, se muestran claramente en el ascenso al poder en los Estados electorales grupos reaccionarios, nacionalistas y militaristas, que aumentan el autoritarismo y el control oligárquico, de los cada vez más escasos recursos energéticos, conduciendo a los pueblos y sociedades a una espiral belicista, mientras vemos como la inestabilidad medioambiental y climática creada por el orden del privilegio capitalista aumenta y cuyas consecuencias estamos sufriendo las clases populares mundiales.

Ante la vorágine nacionalista y patriota, la propaganda militarista del Estado ya habla sin tapujos de rearme militar, aumento del presupuesto, reinversión y fabricación de armamento, control social, etc. El futuro que le depara a la clase trabajadora de todo el mundo parece inevitable. El capitalismo internacional quiere garantizar de nuevo, que la única guerra que se libre en el futuro sea la de unos países contra otros, en vez de la de los explotados de todo el mundo contra los explotadores. Sin embargo, la clase trabajadora debe estar a la altura de las consecuencias y levantar la bandera del internacionalismo y de la lucha de clases. Debe recordar que nuestra batalla, nuestra lucha, no se desarrollará sobre el terreno de la nacionalidad, sino en el terreno de la clase. Por ello, el internacionalismo defiende la paz entre los pueblos y la guerra entre las clases.

Por tanto, desde el anarcosindicalismo entendemos que, ante la decadencia de los estados capitalistas, la clase obrera debe volver a organizarse, pero no bajo los paraguas de los Partidos Políticos, aunque estos se llamen así mismos defensores de las clases trabajadoras, que tantas veces nos han conducido a un callejón sin salida.

Certificamos la muerte de la organización política de la clase obrera en el terreno exclusivamente político por sus lamentables consecuencias. Hoy, celebramos que ha llegado el momento de que la clase trabajadora se organice masivamente en el terreno político y económico en sindicatos revolucionarios, para dar la batalla económica al capitalismo. Debemos recuperar la utopía revolucionaria ante la desesperanza y la enajenación actual, considerando central la lucha obrera, y complementaria a la misma, la diversidad de nuestra clase. Y desde este punto poder afrontar la lucha tanto en el centro de trabajo, como en el territorio, practicando el apoyo mutuo y la solidaridad de clase, decidiendo en asamblea siempre desde abajo, atendiendo a lo inmediato a través de la acción directa. Construyendo desde ahí la conciencia obrera libertaria, y sobre ella, el internacionalismo y la revolución social.

Hoy, 1º de Mayo, se conmemora la lucha de aquellos obreros anarquistas, alemanes, ingleses, italianos, rusos y norteamericanos que dieron su vida por un ideal revolucionario ante cualquier forma de privilegio, hoy ante un futuro cada vez más incierto seguimos luchando para lograr la única revolución pendiente de realizar y consolidar, una revolución social que acabe con cualquier forma de autoridad y jerarquía, que no cambie a unos privilegiados por otros, donde la equidad y la libertad caminen siempre de la mano.

Unión, acción, autogestión.