
La mercantilización del bienestar social es una de las últimas fases de la continua expansión del capitalismo. Después de haber adsorbido todo nuevo valor de la agricultura-ganadería, la industria, los servicios privados, la vivienda, e incluso el dinero a través de la deuda, a los capitalistas solo les queda seguir acumulando nuevo capital haciéndose con el control de los bienes comunes, y del sistema de bienestar social, algo aparentemente no rentable, pero que gracias a la ayuda del Estado se convierten fácilmente en negocio.
El sistema estatal de Salud y bienestar social en el reino de España, confirma día a día, esta dinámica general, la apertura de estos servicios a las empresas o gestoras especializadas es una constante desde los años 90, primero se privatizo lo más rentable (servicios auxiliares, salud laboral…) la siguiente fase consistía, en externalizar servicios específicos, bajo fórmulas de gestión mixtas como la “público-privada”, es decir, pagamos todos y ganan unos pocos, la fase actual la marca, la degradación de las prestaciones sociosanitarias para usuarias y usuarios, con el fin de conseguir una migración a los servicios privados de quien se lo puede permitir, para el resto, la constante, es inestabilidad e insuficiencia.Evidentemente las trabajadoras y trabajadores de los distintos sectores vinculados, también están sufriendo las consecuencias de esta degradación.
En el caso de la solidaridad intergeneracional hacia las personas mayores y dependientes, el Estado lo convirtió en servicio social, y el capital en negocio; gracias a la constante precariedad laboral de sus trabajadoras y trabajadores, bajos salarios y altas cargas de trabajo; esa es la fórmula para poder lucrarse con la gestión de un derecho, quitar otros. Los gestores especializados declarados sin ánimo de lucro, también se benefician de la explotación de la mano de obra del sector, ya que deben mantener estructuras muy similares a las empresariales, altos cargos, amortizaciones financieras, externalizaciones médicas, etc. No existe gran diferencia de condiciones y servicio entre las entidades declaradas oficialmente sin ánimo de lucro y con ánimo de lucro.
El Estado, no solo es cómplice necesario, también es beneficiario, en las pocas residencias con alguna fórmula de gestión pública directa, por ejemplo, se aplican las precarias condiciones y salarios que marcan los convenios colectivos, convenios hechos a medica de la patronal del sector, ya que la fuerza de la negociación obrera se pierde en este sector, en parte, por una autolimitación del uso de la huelga en los cuidados profesionalizados, autolimitación vinculada a la parte más humana de las personas, la solidaridad, que deja una sensación de responsabilidad ante el desamparo de las personas dependientes, este hecho humano, es explotado por la patronal y el Estado, haciendo de este sector uno de los más precarios y estresantes, aun cuando es de los más necesarios, en el presente y en el futuro, era de esperar el desastre humanitario sucedió ante la pandemia de Covid-19, el Estado y la patronal son responsables directos, pero también los sindicatos llamados representativos o sectoriales, que actúan como freno ante los impulsos horizontales de lucha obrera.
La huelga es la herramienta fundamental de la lucha obrera en todos los sectores, y con ella no solo se pueden conseguir cambiar las condiciones laborales, si no los propios modelos productivos, para poder llegar a cambiar sistemas completos, tenemos que romper con la sensación de omisión autoimpuesta en los cuidados al luchar, porque la huelga de hoy es la calidad del mañana, quizás hoy no estaríamos lamentándonos del desastre, si ayer hubiésemos parado, porque dejar en manos de los capitalistas y los tecnócratas la solidaridad crea desastres.
Hay que luchar por unas condiciones dignas, con cargas de trabajo adecuadas, con salarios justos, hay que luchar hoy por una fusión efectiva entre el sistema de salud pública y centros de cuidados, hay que luchar hoy para tener una financiación del sector adecuada a las necesidades presentes y futuras, y que esta financiación no la controlen empresas o gestores especializados, si no, que todo el servicio sea autogestionado por trabajadoras y familias, para que mañana podamos transformar una prestación, un sistema de “aparcamiento para la tercera edad”, en verdadera solidaridad intergeneracional.
Frente al capital, Anarcosindicalismo, Apoyo Mutuo y Acción Directa.
Ante el capitalismo, Revolución Anarquista y Comunismo Libertario.