Los Juzgados no son un punto de apoyo para la clase trabajadora, pues
más bien sirven de apoyo a los Estados y patronales de todo el mundo,
pretendiendo que las cuestiones, en este caso laborales, queden
resueltas en una sala, limitando a esas cuatro paredes las luchas entre
patrones y la clase obrera,. De esta forma consiguen invisibilizar una
situación que se da en cada centro de trabajo, en cada puesto, tratando
de aislar y desposeer a los trabajadores de su identidad, para hacer
creer que: “la sociedad de clases es un mito, cosa del pasado, del siglo
XIX…”
Sin embargo son más propios del siglo XIX los comportamientos de la
patronal, que cada vez se escandalizan más cuando se trata de defender
derechos reconocidos en convenios o algo tan sencillo como una vida
medianamente digna. Tal fue el caso de Alberto Plaza, dueño del
restaurante El Manjar de Albacete, quien debía más de 4.000 euros a su
trabajadora a la cual, tras despedirla, negó conocerla e incluso se
dedicaba a insultar a los anarcosindicalistas que se concentraban los
fines de semana a sus puertas, tomando como método de defensa al Cuerpo
Nacional de Policía, con quienes mantiene estrechas relaciones de
amistad. Manteniendo ese carácter prepotente e inhumano propio del
patrón, acudió el día 28 de Mayo a un juicio.
La representación de la empresa estuvo asistida por un grupo de
cuatro personas, conformado por un representante de la asesoría, un
abogado de claro y probado corte demócrata-conservador, un esquirol, y
el explotador como dirigente componían el grupo de la patronal que
acudió al juicio.
Por otro lado, la compañera, junto a un grupo de militantes
anarcosindicalistas y el abogado de nuestro sindicato, acudieron para
defender la dignidad frente a la injusticia.
No tardaron en salir a relucir las grandes perlas de humanismo de la
patronal, de boca del abogado, cuando ni 10 minutos contaba el inicio
del juicio y ya se paso a juzgar y valorar las actuaciones,
credibilidad, ideología y métodos del sindicalismo revolucionario, “si
es que así puede llamársele a esta organización…” “Métodos y
organizaciones del siglo XIX; propios de la revolución industrial;
hordas de coacción y amenazas; de ideologías pasadas…” fueron algunas
valoraciones de las que el abogado de la empresa se sirvió con el
objetivo de demonizar al sindicato y a la compañera.
Desde una postura victimista y ridícula, el patrón afirmó tener serios ataques de ansiedad a causa de los piquetes, de acudir a urgencias con partes de estrés, así como de perder a sus clientes que según él, y en su imaginación, salían huyendo al ver a las hordas anarcosindicalistas, pero que en la realidad no hicieron más que aplaudir las acciones sindicales, unirse e incluso exigirle el pago.
Tampoco fueron pocas las risas en los asistentes al juicio cuando
la parte de la empresa presentó un estudio de daños económicos
recibidos por el boicot, valorados en 3.000 euros, e incluso afirmando
que el cierre de la empresa se debió a la dura campaña que imposibilitó
el desarrollo económico. Por otra parte, ni una sola prueba pudo la
empresa presentar de que había pagado a nuestra compañera, lo que hacía
todo aún más absurdo aún.
Aunque los Juzgados burgueses quedan a la espera de pronunciar su
sentencia, la clase trabajadora de Albacete ya dictado la suya: Una
aplastante victoria por cerrar un antro de explotación y una igual
victoria en el ámbito de la moral, que ha dejado de nuevo reflejado, que
los trabajadores unidos, mediante acción directa, alcanzan todo lo que
se proponen.
Las compañeras y compañeros durante ese día presenciamos un juicio contra la CNT-AIT, un juicio contra la acción directa, un juicio contra la asociación de todas y todos los trabajadores, en definitiva, un juicio contra la organización de clase. Y es que, si algo teme la patronal es a que la clase trabajadora pase a ser clase trabajadora organizada. Sin ninguna duda, la patronal sabe muy bien que la unión hace la fuerza, y que la capacidad de los trabajadores reside en el número y en la acción decidida en el combate. Conscientes de nuestra fuerza la patronal se organiza en Federaciones Patronales y Asociaciones Empresariales, solamente queda que la clase trabajadora recupere esa lección de las luchas del pasado y de los frutos de las luchas del presente y los incluyan en su vida cotidiana, se afilien y participen en masa en el sindicalismo revolucionario de la CNT-AIT.
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